domingo, 8 de noviembre de 2015

Etorkizulan, un teatro interactivo de elecciones a ciegas



Jone Paniagua

¿Qué hacen unos alumnos de segundo de periodismo acudiendo a un teatro interactivo? Esa es la pregunta que nos hacíamos antes de entrar al Aula Magna del campus de Leioa. Reacios a participar, muchos íbamos con la idea de perder clase, ganar un crédito o por mera curiosidad. Afortunadamente  mereció la pena.

Nada más entrar vimos que el Aula Magna estaba cambiada, no se habían limitado a poner atrezzo en el escenario, sino que todo el recinto estaba alterado. Nos encontrábamos en el año 2215, en un planeta dónde éramos los únicos  supervivientes, y a partir de ahí tuvimos que elegir. La primera pregunta que nos hicieron fue “qué preferís, ¿morir de hambre o morir de sed?”. Dicho eso, el público se dividió en dos grupos: los que preferían morir de sed y los que, por el contrario, habían escogido la posibilidad de morir de hambre. Cuando nos dividimos comenzó una experiencia a ciegas, ya que no nos habían dicho la temática del teatro ni que era lo que nos íbamos a encontrar en la siguiente hora.

Personalmente elegí morirme de sed, es más rápido y menos angustioso, así que las personas que habían pensado como yo y una servidora, nos adentramos en las tierras de Lur, uno de los dos sitios poblados por humanos supervivientes a una guerra nuclear que había acontecido en el planeta Tierra. Los habitantes de Lur cultivaban la tierra y las plantas y rivalizaban con los habitantes del territorio Ur, que sabían cómo potabilizar el agua. Tras una explicación de los acontecimientos que nos habían hecho llegar a donde estábamos, de nuestra situación actual y de las opciones que teníamos en un futuro cercano, nos dividieron dentro del territorio Lur en grupos para ponernos a trabajar; algunos plantábamos las semillas, otros cantaban y cuidaban las plantas que los del primer grupo había plantado, unos cuantos recogían las patatas que habían crecido de las semillas y por último, un grupo que acudía a un punto intermedio para realizar el intercambio de comida por agua con los líderes de ambos territorios. Como ya he dicho, el Aula Magna había dejado de serlo, convirtiéndose en un laberinto de escaleras y pasillos por los que los actores nos llevaban, nos preguntaban y nos dividían según las elecciones que hacíamos. Tras mostrarnos detalladamente los sucesos que nos habían hecho acabar así, ambos grupos nos juntamos todavía como enemigos, para tomar una decisión: compartir los secretos de Ur y Lur o empezar una guerra. La segunda opción fue la elegida por la mayoría, así que nosotros todavía metidos en el papel, seguimos a nuestros líderes por uno de los pasillos.

El lugar al que fuimos a parar era tan normal que resultó perturbador. Un aula con varias sillas, una pizarra y un hombre de mediana edad con camisa y pantalón. Fue ahí donde nos explicaron cual era el objetivo de la interactividad: el emprendimiento. En el teatro, los actores nos habían hecho elegir constantemente, sin tener ningún tipo de conocimiento sobre qué era lo que iba a pasar después, ellos nos daban ciertas opciones, y según las elecciones que nosotros hacíamos, participábamos en el proceso de algo más grande de una u otra manera, y todas las actividades  eran importantes. El teatro interactivo era una manera original de invitarnos, a los jóvenes, a llevar a cabo nuestros sueños desde ahora, a emprender.


Por otro lado, hacer que unos adultos aún adolescentes se impliquen de esa manera se debió a la profesionalidad y el talento que tuvieron los actores de Etorkizulan, quienes nos hicieron pasar un rato muy agradable. 

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