Jone Paniagua
¿Qué hacen unos alumnos
de segundo de periodismo acudiendo a un teatro interactivo? Esa
es la pregunta que nos hacíamos antes de entrar al Aula Magna del campus de
Leioa. Reacios a participar, muchos íbamos con la idea de perder clase, ganar
un crédito o por mera curiosidad. Afortunadamente mereció la pena.
Nada más entrar vimos
que el Aula Magna estaba cambiada, no se habían limitado a poner atrezzo en el
escenario, sino que todo el recinto estaba alterado. Nos encontrábamos en el
año 2215, en un planeta dónde éramos los únicos supervivientes, y a
partir de ahí tuvimos que elegir. La primera pregunta que nos hicieron fue “qué
preferís, ¿morir de hambre o morir de sed?”. Dicho eso, el público se
dividió en dos grupos: los que preferían morir de sed y los que, por el
contrario, habían escogido la posibilidad de morir de hambre. Cuando nos
dividimos comenzó una experiencia a ciegas, ya que no nos habían dicho la
temática del teatro ni que era lo que nos íbamos a encontrar en la siguiente
hora.
Personalmente elegí
morirme de sed, es más rápido y menos angustioso, así que las personas que
habían pensado como yo y una servidora, nos adentramos en las tierras de Lur,
uno de los dos sitios poblados por humanos supervivientes a una guerra nuclear
que había acontecido en el planeta Tierra. Los habitantes de Lur cultivaban la
tierra y las plantas y rivalizaban con los habitantes del territorio Ur, que
sabían cómo potabilizar el agua. Tras una explicación de los acontecimientos
que nos habían hecho llegar a donde estábamos, de nuestra situación actual y de
las opciones que teníamos en un futuro cercano, nos dividieron dentro del
territorio Lur en grupos para ponernos a trabajar; algunos plantábamos las
semillas, otros cantaban y cuidaban las plantas que los del primer grupo había
plantado, unos cuantos recogían las patatas que habían crecido de las semillas
y por último, un grupo que acudía a un punto intermedio para realizar el
intercambio de comida por agua con los líderes de ambos territorios. Como ya he
dicho, el Aula Magna había dejado de serlo, convirtiéndose en un laberinto de
escaleras y pasillos por los que los actores nos llevaban, nos preguntaban y
nos dividían según las elecciones que hacíamos. Tras mostrarnos detalladamente
los sucesos que nos habían hecho acabar así, ambos grupos nos juntamos todavía
como enemigos, para tomar una decisión: compartir los secretos de Ur y Lur o
empezar una guerra. La segunda opción fue la elegida por la mayoría, así que
nosotros todavía metidos en el papel, seguimos a nuestros líderes por uno de
los pasillos.
El lugar al que fuimos
a parar era tan normal que resultó perturbador. Un aula con varias sillas, una
pizarra y un hombre de mediana edad con camisa y pantalón. Fue ahí donde nos
explicaron cual era el objetivo de la interactividad: el emprendimiento. En el
teatro, los actores nos habían hecho elegir constantemente, sin tener ningún
tipo de conocimiento sobre qué era lo que iba a pasar después, ellos nos daban
ciertas opciones, y según las elecciones que nosotros hacíamos, participábamos
en el proceso de algo más grande de una u otra manera, y todas las actividades
eran importantes. El teatro interactivo era una manera original
de invitarnos, a los jóvenes, a llevar a cabo nuestros sueños desde ahora, a
emprender.
Por otro lado, hacer
que unos adultos aún adolescentes se impliquen de esa manera se debió a la
profesionalidad y el talento que tuvieron los actores de Etorkizulan, quienes
nos hicieron pasar un rato muy agradable.
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